En la mañana del 5 de enero de 2020, Colombia recibió una gran noticia: la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC) había invitado a la novena colombiana a participar en la Serie del Caribe San Juan 2020, siendo la primera participación de los cafeteros en este torneo. Colombia respiraba alegría y emoción. Muchos medios de comunicación hablaban de lo sucedido y en poco tiempo la Diprobéisbol, organización que lleva a cabo la Liga Profesional de Béisbol Colombiano (LPB), organizó una rueda de prensa para hablar del hecho histórico. Julio Vivas 2021
La noticia era importante, realmente lo era. Colombia estaría compitiendo con otros ganadores de las ligas invernales del Caribe debido a que Cuba se ausentaría por problemas con el visado, había dicho la Confederación. Miles de miradas estarían sobre Colombia, que se enfrentaría a equipos de renombre, de historia, de poder. Aunque de cinco juegos disputados los colombianos dejaron un récord de 0-5 bajo la dirección de Ozney Guillén, hijo del exgrandesligas y campeón de Serie Mundial como manager, Oswaldo «Ozzie» Guillén, y quien se coronó campeón con Vaqueros de Montería en la temporada 2019-20, quedó la satisfacción de haber hecho algo que no se había realizado antes. Julio Vivas
En 2021, Colombia volvió como invitado a la Serie del Caribe. Con ilusión se armó, teniendo tres peloteros con experiencia en las Grandes Ligas (Harold Ramírez, Dilson Herrera y David Holmberg) y otros con experiencia en otros circuitos, incluyendo de las granjas de la MLB. Caimanes de Barranquilla tenía la responsabilidad en esta ocasión de representar bien al país tras ganar su título 11 en la liga colombiana, pero tampoco pudo conseguir un solo triunfo bajo el manejo de José Mosquera, dejando el récord acumulado de Colombia en 0-10 (Pct. .000).
En esa edición caribeña, el equipo tuvo una gran baja: Eduar López, Jugador Más Valioso en la serie final; Mejor Lanzador y Mejor Efectividad; y Mejor Lanzador por el medio digital Peloteros de Colombia, quien no pudo asistir porque la organización de Caimanes no consiguió su permiso debido. “Cuando se acabó la temporada, yo le dije al equipo que para yo ir a México a jugar necesito una VISA o un permiso. El equipo me dice que ellos van a hacer lo posible por tener esa VISA o el permiso”, dijo a este medio López, quien tuvo que viajar hasta República Dominicana, su país, mientras Caimanes trataba de hacer algo para llevarlo a México. Julio Vivas 2021
“Yo pensaba que el equipo ya había resuelto eso y cuando fui a México me devolvieron de aduana por no tener VISA para ir a jugar”, añadió el lanzador, quien no alcanzó a jugar en tierras mexicanas. “Yo quería llegar a Mazatlán. Yo quería representar a Colombia como jugador de ellos que yo soy y yo quería jugar para dar lo mejor de mí y ayudar al equipo a que puedan ganar juegos y se puedan coronar campeón si Dios lo permite”.
Lo ocurrido con López ocasionó disgusto en los fanáticos colombianos e impresión en el ojo internacional, que no entendía cómo algo así podía suceder. Sin embargo, durante esa serie también ocurrió algo que solo conocieron unos pocos: Julio Vivas, lanzador venezolano que estaba representando a Colombia por segunda vez consecutiva en estas justas, no se presentó al último juego del torneo y estuvo cerca de una suspensión. La Diprobéisbol no oficializó ninguna, ni emitió públicamente algún comunicado, pero sí se le dictaminó a Vivas que, si no pagaba los viáticos en México desde el último día que había lanzado, le cancelarían el vuelo a Colombia, relató el pelotero a este medio. Su indumentaria deportiva, la que le habían entregado para el campeonato, también le habría sido quitada. Julio Vivas 2021
Pero, ¿Por qué Vivas no asistió al juego, sabiendo lo delicado que es ausentarse en uno y más de este nivel e importancia?
Vivas contó la razón: “Me sentía muy mal durante la Serie del Caribe por temas de falta de comunicación del cuerpo técnico y de la misma directiva”.
Cuando llegó a Barranquilla para el inicio de la temporada con Caimanes, nunca tuvo claridad de cuál iba a ser su rol, a pesar de que en la ronda regular tuvo cinco salidas, cuatro como abridor, dejando una efectividad de 1.54 con 3-1, 23.1 innings lanzados, 25 ponches y un AVG en contra de .212. Sin embargo, en la serie final, cuando la incertidumbre sobre su rol persistía, sus números dieron un giro estruendoso: su ERA pasó a 6.75 con 0-1, 5.1 episodios trabajados, 3 ponches y un AVG contrario de .391.

“En los juegos de la final se me habló de que iba a abrir el tercer juego de la final contra Vaqueros y pitcheé el tercer juego; lo perdimos […] Me hicieron dos carreras, pero el equipo no hizo carreras y perdimos contra Vaqueros. Luego me tocaba abrir en un hipotético séptimo juego. Sí llegamos a ese séptimo juego, [pero] en el sexto juego me pusieron a relevar en el noveno inning, ganando como por 4 o 5 carreras, movimiento que ni yo me lo esperaba ni muchos de los compañeros se lo esperaba y me quitaron la pelota del último juego, de abrir el séptimo juego”, contó.
Después de esto, Vivas habló con Mosquera. Le dijo que entendía su decisión como dirigente y que lo importante para él era que ganaran como equipo, pero le pidió que le permitiera abrir un juego en la Serie del Caribe. El oriundo de Táchira, Venezuela se sintió aliviado con el diálogo, sentía que se daría lo que deseaba. Festejó el título ganado en Colombia, el primero que obtenía siendo parte del roster desde el inicio de la campaña (en 2017-18 y en 2018-19 fue campeón con Leones de Montería y Caimanes, respectivamente, pero como refuerzo).
Pero llegó la Serie del Caribe…
“Después viene la cuestión de la Serie del Caribe, nunca se me habló claro desde ningún momento […] Todo era una incertidumbre”, contó. “En el aeropuerto [el mánager] me dijo ‘Mira, parece que tú vas el martes con Randy [Consuegra], le van a pitchar a Venezuela’. Iba a abrir o, en su defecto, a relevar a Randy. No me importaba si iba a relevar, pero lo importante era que dejara claro cuál iba a ser mi rol”.
Llegó el momento de jugar en Mazatlán. Colombia se enfrentaba al equipo anfitrión, México. El pueblo mexicano, fiel a su pasión por el béisbol y a su nación, apoyaba con fervor a sus representantes, mientras que los colombianos sentían los nervios, las presiones y la ansiedad de jugar ante un público desconocido en un torneo de prestigio. Vivas, por su parte, sentía mucho más que todo eso.
“[En el juego inaugural] me pusieron a relevar y yo no estaba ni siquiera preparado, ni mentalmente, ni físicamente, ni nada”, contó. “Inclusive, yo pitcho con mis pantalones arriba, desde que firmé con los Piratas de Pittsburgh… Inclusive en ese juego me puse los pantalones hasta abajo, no tenía creo que ni mis lentes de contacto puestos y me fui pa’ lla […] Yo me confié y a la hora del juego me dicen ‘¡Vivas, calienta!’ y en la emoción del juego, la calentura del juego, en vez de yo decir ‘No, no, yo no voy a pitchar porque no estoy listo’, yo lo que hice fue agarrar la pelota y calenté”.

“Ese día di tres bases por bolas seguidas. Me fue súper mal. Se me cayeron hasta contrataciones en México, que ya tenía planeadas, por esa mala actuación. Y cuando termino mi labor y eso, y entro al dugout y todo eso, se me acerca el mánager y lo que me dice es ‘Eso lo hice para jugar con tus emociones porque te noté ansioso’”, reveló. “¿Cómo no iba a estar ansioso si en una Serie del Caribe, un evento muy respetable, nunca se me avisó cuándo yo iba a pitchar, sino viene y me saca así de repente, súper improvisado? Eso pienso que fue otra falta de respeto, o sea, algo horrible”, expresó con firmeza.
“Yo estaba súper colapsado mentalmente en esa Serie del Caribe”, dijo.
Cuando el final de la primera etapa del torneo estaba llegando, Vivas se encontró en el ascensor con Mosquera y otros coaches.
— Cuéntame. ¿No voy a abrir un juego? —le preguntó Vivas a su dirigente.
— No, eso es decisión de nosotros y mañana va a abrir otro muchacho —respondió.
La moral de Vivas cayó al piso. Sentía que el haber lanzado con el equipo, el quedar campeón con el mismo podría motivar a los coaches a ponerlo a abrir, a mostrarse en la vitrina de la Serie del Caribe, pero eso no pasó. Y ahí, justo en ese momento, tomó la decisión de no ir al último partido.
“Eso nunca lo había hecho en mi vida”, reveló. “Yo tengo 10 años jugando béisbol y hasta de chiquito […] Imagínate cómo pudo haber estado mi mente, mi espíritu… Todo. No tuve el valor de ir. Lo que hice fue irme para la playa allá atrás y estaba viendo para el mar. Estaba mal, estaba muy mal”.
Con Las Bases Llenas habló con Mosquera, quien sobre la decisión de Vivas se limitó a decir que: “Una persona profesional no hace eso. Ese es su trabajo. Y él, con las decisiones que yo tome, como mánager… No solo él, cualquier jugador, se tienen que acatar”.
Jesús Almada, máster en psicología deportiva, conoce muy bien este tipo de situaciones. Su experiencia de más de 20 años y su paso por equipos de béisbol como DiamondBacks de Arizona, Padres de San Diego, Potros de Tijuana, Marineros de Ensenada, entre otros, le permitían valorar estos fenómenos del béisbol. “[Esto] muchas veces pasa cuando un jugador no sabe cuál es el rol que va a jugar dentro del terreno. Tiene mucha incertidumbre y entonces está a expensas de lo que el manejador le ponga a hacer. Son dos factores: uno la falta de comunicación entre el pelotero y el manejador; y dos, que el pelotero no se encuentre listo cuando tiene que estarlo porque no sabe qué rol desempeña”, explicó a este medio.
Para Almada, un pelotero siempre sentirá diferentes tipos de presiones, pero en una SDC hay otras que entran en juego. “En un evento como la Serie del Caribe, el problema principal es que está defendiendo los colores, no nada más de tu equipo, sino de tu país también”, dijo.
“Todas las expectativas de tu país están sobre tus hombros y entonces lo que se espera de ti es un rendimiento casi perfecto en terreno. Si el pelotero no recibe la retroalimentación de su equipo, si no recibe el apoyo, si no tiene este proceso del apoyo de un profesional de la salud mental, a veces esas presiones pueden ser demasiado grandes y pueden llevar al jugador a abandonar, a desertar, o simplemente entra en un estado depresivo porque no está llenando las expectativas, entonces ellos mismos son los que se exigen perfección, se exigen excelencia y al no alcanzar esos niveles, digamos que abordan su misión y prefieren esconderse dentro de sí mismos para no correr el riesgo de fracasar”, explicó.
Durante aquella campaña, Caimanes contó con el apoyo de Sergio Montoya en la fomentación de habilidades mentales. Montoya, quien ha trabajado con diferentes deportistas profesionales, también fue a la Serie del Caribe, torneo donde tener momentos para afianzar la estabilidad emocional de los jugadores sería difícil por el tiempo. Pero Montoya estuvo ahí y, aun así, Vivas no soportó.
Nueves meses después, una nueva campaña inició en la liga cafetera. Vivas no figuró en ningún roster, aunque la suspensión no fue oficial. Para finales de diciembre, Vaqueros de Montería había pensado en él como refuerzo para el round robin, pero nadie le daba respuesta de cuál era su real situación con la liga. “Le escribí a uno de los dirigentes [de la liga] y me dijo ‘Tú estás activo. Eso [la suspensión] quedó ahí en palabras y no se ha sacado ningún comunicado, pero si me vuelves a preguntar esto delante de alguien, no te lo mantengo’”, contó.
Aunque no jugó en Colombia, la tierra de su padre, sí lo hizo en Venezuela, con Bravos de Margarita, donde dejó efectividad de 3.63, con 1-1 en 10 juegos (7 de ellos fueron aperturas) y 34.2 innings. Ponchó a 23, le conectaron 42 hits, le anotaron 14 carreras limpias y regaló 15 bases por bolas. “Para mí fue algo único. Imagínate, desde pequeño yo viendo aquí la liga esta profesional. Le pitché a tremendos jugadores que desde chiquito veía jugando: Asdrúbal Cabrera, José Celestino, Pablo Sandoval”, expresó quien también fue compañero de los bolivarenses Dilson Herrera y Ezequiel Zabaleta.
Vivas también había sido previamente firmado con los Piratas de Pittsburgh (en 2011). Cuando fue agente libre en 2016, había dejado un ERA acumulado de 2.98, 128 juegos (18 aperturas), Whip de 1.20 y un promedio de bateo en contra de .229.
Este trabajo ha sido construido con base en las declaraciones de Julio Vivas a este medio e información consultada.
Escrito por: Dayana Villalobos Dimare
Twitter e Instagram: @_dayanavdimare
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No sorprenden las malas formas en el béisbol colombiano y sobre todo esos personajes oscuros arropados por el poder de turno…