El máximo jonronero de las Grandes Ligas será exaltado. Barry Bonds será inmortal, pero en Pittsburgh.
La placa en Cooperstown ya será cuestión para que se discuta, sabrá Dios cuando, en el comité de veteranos.
Por ahora, la inmortalidad es local. La clase de este año de los Piratas también incluye al ex receptor Manny Sanguillén y al mánager Jim Leyland. El trío será homenajeado el 24 de agosto antes de un partido contra los Rojos de Cincinnati.
Bonds, de 59 años, comenzó su carrera con los Piratas en 1986 y jugó en Pittsburgh hasta 1992.
«Esto es genial», dijo Bonds a MLB.com . “Pittsburgh es donde comenzó mi carrera. Fue él equipo que me seleccionó y no podría haber tenido un mejor entrenador, un mejor equipo y un mejor punto de partida. Fue perfecto».
En esas primeras siete temporadas con los Bucs, Barry Bonds consiguió 176 cuadrangulares, 556 carreras remolcadas y 251 bases robadas.
En ese lapso bateó para .275, con un OBP de .309 y OPS de .883.
Bonds alcanzó el estatus de superestrella en Pittsburgh, ganando los primeros dos de sus siete premios MVP (1990, 1992) mientras ayudaba a los Piratas a tres apariciones consecutivas en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional entre 1990-92.
El adiós de Barry Bonds de Pittsburgh
Parecía que el poderoso, y entonces veloz jugador, firmaría una historia de amor con los Piratas. Pero sorprendió a todos a finales de 1992, cuando firmó para los Gigantes de San Francisco por 43,75 millones de dólares durante seis años.
Pero nunca más salió de la bahía.
El apego de Bonds a los esteroides ha perjudicado sus esperanzas de ingresar al Salón de la Fama del Béisbol Nacional.
En 2022, su último año en la boleta anual de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA), recibió el 66% de los votos, menos del 75% necesario para ser elegible para el Salón de la Fama.
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Por supuesto, el porcentaje de votos de Bonds aumentó cada año, comenzando en 36,2% en 2013.
En muchos círculos de la MLB, las actitudes sobre el uso de esteroides se han suavizado.